Estoy solo. En las zonas más altas de la montaña no hay nadie, aunque no pienso en ello. Mi mente circula por zonas de mi alma que no conocía. Creo que es por esto por lo que siempre queremos volver a estas cotas inhumanas.

(Iñaki Ochoa de Olza)

martes, 19 de octubre de 2010

Otoño en Ordesa....y el pollo asado


A pesar de los Pilares y de la cena homenaje que nos metimos las tres el sábado, Silvia (la interina), Marocha y yo, decidimos que iba a merecer la pena retirarse antes de que fuera demasiado tarde para subir a Ordesa el Domingo...sin forzar mucho el horario. Salimos de Zaragoza a las nueve, desayuno en Torla a la hora que desayunan los ricos herederos y sobre las doce y pico empezamos el paseito otoñal.
No cuento más y dejo las fotos. Lo del pollo asado un invento. Cuando no hay que meterse en la mochila esas cosillas que nos da por llevar a la montaña, tipo crampones y otros cacharros, cabe un tupper-termo para llevar el pollo calentito con su caldito y todo. Que no todo va ser llenar el espíritu.

lunes, 18 de octubre de 2010

EL POLLO ASADO


En este nueva temporada de montaña, el pocholeo y el torticampismo esta ganando terreno al montañeo y alpinismo recio al que estamos acostumbradas, jeje! Por ese motivo, este fin de semana hemos optado por un paseo por Ordesa para ver los colores del otoño y de paso, coger algún rebollón. Eso si, no hemos dejado de darle al material la importancia que merece, con lo cual y aunque el piolet y el arnés se quedaron en el coche, íbamos bien equipadas con sendas navajas cortasetas y pollo al'ast en termo, que nos apretamos en las gradas de Soaso entre pecho y espalda.
A pesar de las ciento mil veces que dijimos "¡qué bonito!" y los años que hace que hay otoño, a ninguna nos pareció reiterativo. Es lo que tiene el Otoño y Ordesa juntos, que te dejan con los ojos abiertos como platos (será por lo de las Oes, que parecen ojos, bah! no me hagais caso, cosas mias y de mi humor).
No voy a enumerar los colores, olores y tipos de luces que genera el Otoño en Ordesa por que ninguna foto o descripción haría justicia, así que hablaré de las sensaciones que nos produjo comernos un pollo asado y caliente en una cobacha en las gradas de Soaso:
Lo que siente un niño cuando te pide que le compres una chuminada, sabiendo que le vas a decir que no, y le dices que sí. Lo que siente un anciano cuando en Julio le llevan al nieto al pueblo. El vuelco del corazón cuando van saliendo los números premiados y poco a poco van coincidiendo con los tuyos. La ilusión con que se espera en esos 2 minutos del resultado del Predictor por ese hijo tan deseado. Lo que siente tu madre cuando escucha como le cantas a tu hijo su nana. El beso con abrazo de la reconciliación. Una tortilla de Boletus en una sidrería en Otxagabía. ¡Uff! creo que podría llorar.