Estoy solo. En las zonas más altas de la montaña no hay nadie, aunque no pienso en ello. Mi mente circula por zonas de mi alma que no conocía. Creo que es por esto por lo que siempre queremos volver a estas cotas inhumanas.

(Iñaki Ochoa de Olza)

jueves, 29 de abril de 2010

domingo, 18 de abril de 2010

Pico Gratal. La película.

Este fin de semana las chicas hemos estado que nos salimos: ayer, Edurne Pasabán hizo cima en el Annapurna, su décimotercer ochomil, y hoy Marocha y yo nos hemos subido al Pico Gratal y también hemos "cimao".

Íbamos mentalizadas para un paseo baja la lluvia. Yo llevaba tres pares de calcetines, las mochilas con el "rain cover" esperando lo peor, las polainas puestas porque nos íbamos a poner de barro hasta las orejas...Las probabilidades de lluvia hoy en Huesca eran de un 55%.

Saliendo de Zaragoza, y durante todo el camino, casi hasta Arguís, caían chuzos de punta. Vamos, lo esperado. Ha sido acercarnos al pantano y ha dejado de llover. Cielo medio cubierto todo el día, estupendo para andar sin las molestias del sol en la cara, y ni una gota. Bueno, unas gotillas en la parte final de la subida, pero nada, de las que ni mojan. Hemos podido comer en la cima, tomarnos la tarta del cumple de Marocha y al bajar, hasta tumbarnos un rato, que el suelo estaba seco.

Dejamos la peli. Atención a los colores del Pantano de Arguís. Son un regalo para la vista.

jueves, 8 de abril de 2010

2ª Parte LEYENDA DEL PICO GRATAL (Rafael Andolz)



"...Quien no se resignaba era Gratal. Quería de corazón a Gabardiella y lo intentó todo. Visitó al viejo Gabardón para explicarle que el amor era más importante que las riquezas, pero ni le dejó hablar. Lo echó a cajas destempladas. Buscó la intercesión de Sevil, pero de nada le valió. Por fín se decidió a raptar a Gabardiella. Nada podía frenar su amor correspondido.
Urdieron juntos sus planes y en un atardecer tormentoso, cuando todas las montañas se afanaban por encender sus chispas y fabricar sus truenos, Gabardiella huyó de casa en busca de Gratal. Es verdad que tenía que atravesar el Guarga, desbordado en terrible riada, esquivar Aineto y Lastanosa, cruzar el vallón de Nocito...pero la ilusión era más fuerte y apagaba sus temores. Sabía además, y esto le daba inusitada fuerza que en aquellos momentos su amado también corría hacia ella.
Y dicen que un pastor (ellos se enteran de todo) dió la noticia a Gabardón. Pero el pobre viejo, con sus achaques, ya no estaba para echar a correr detrás de su díscola hija. En su amargura pidió ayuda al poderoso Guara.
El gigantón amigo acudió eructando amenazas. Guara se avalanzó implacable sobre los dos amantes que por fin se habían encontrado y los separó de un manotazo revolcándolos por tierra. Con un tajo de su clava partió en dos la montaña de roca y el Flumen comenzó a correr con la Foz de Salto de Roldán recién nacido.
Gratal y Gabardiella, quedaron separados para siempre, condenados a mirarse cara a cara sin poder ya juntarse jamás.
Pero Gabardiella seguía enamorada de Gratal. llorando todas las tardes un amor imposible: las fuentecillas del Guatizalema son precisamente las lágrimas de Gabardiella.
Era mucho pedir que el orgulloso Gratal se resignara ante el injusto castigo de Gabardón y menos aún al abuso del gigante Guara.
Al principio rumiaba su dolor en silencio. Más tarde, el dolor de la separación definitiva, irremediablemente, cedió paso al rencor y el rencor al odio más encomado y al anhelo de venganza. Era más pequeño que Guara y se sabía menos fuerte, pero siempre había sido luchador.
Y una noche, cuando el coloso de la sierra descansaba se acercó clavándole el picacho en sus entrañas que saltaron salpicando la montaña ladera abajo y formando las Pedreras."

miércoles, 7 de abril de 2010

LEYENDA DEL PICO GRATAL (Rafael Andolz)

"Gabardón tenía dos hijas, orgullo de su vejez: Gabarda y Gabardiella. Los tres vivían felices en su palacio de cristal, asomados a la vitalidad del Valle del Ara y de la Guarguera. Allá abajo los pueblecicos parecían rebaños de corderos pastando por sus prados. Más lejos, los picos del Pirineo se asomaban al mismo espectáculo y las nubes blanquísimas eran como pañuelos que se agitaban saludándolos desde la lejanía. El mundo estaba bien hecho.
Gabarda, la hija mayor, soñaba con correr mundo y conocer los horizontes infinitos de la tierra baja en donde ninguna montaña se interpone a la vista hasta donde alcanza la mirada. Y a esas llanuras de los Monegros quiso marchar y allá fue con la bendición de su padre. Allí se casó y allí vive feliz en el campo de Grañén. Preside los inmensos trigales, verdes en primavera, amarillos en verano, salpicados de amapolas.
Gabardiella, la pequeña y revoltosa Gabardiella, había salido a su padre. Amaba los riscos y las breñas de la montaña, las cascadas de los ríos que se despeñan desde lo alto, las nieves eternas, los ibones y lagos, los bosques impenetrables, las praderías simpre de color esmeralda. Sí, era montañesa: había salido a su padre.
Un día conoció al altanero y gallardo Gratal y se enamoró locamente de él. Las boiras de la mañana eran sus mensajes encendidos que corrian a engarcharse entre las rocas de su cima. Gabardiella se pasaba los días y las noches suspirando. Tanto, que Gabardón tuvo que notarlo:
- ¿Qué te pasa, mi pequeña Gabardiella?
Ella, ligeramente ruborosa y entrecortada lanzó un profundo suspiro y confesó:
- Suspiro por un pico maravilloso.
- Algo de eso estaba yo imaginando. Y es natural, hija mía, ya no eres una niña. ¿Y quién es ese feliz caballero que merece tus suspiros?
- Míralo, papá: allí enfrente está; es Gratal, el más hermoso monte de la Sierra.
- ¿Has dicho Gratal? ¡Si es el más pobretón de todos los picos que se conocen! Todo él es maleza, carrascales, pedruscones y algún pino escuchimizado: esos son sus tesoros. No tiene bosques, no tiene flores, ni siquiera tiene pueblos.
- Me gusta tal y como es y lo quiero.
- No, Olvídate de él. Encontraremos otros muchos con mejor fortuna y que valen más la pena. Nunca consentiré en ese amor tuyo tan loco.
Y nada pudo vencer la testarudez de Gabardón. Ni siquiera le conmovió la languidez de su hija que nunca ya volvió a asomarse a la Guarguera ni al reidor valle del Ara y menos aún a los remotos montes que seguian agitando sus pañuelos en la lejanía..."

EN BREVE MAS...

viernes, 2 de abril de 2010

AND THE WINER IS... (03-MM-10)

And the winer is...The Bisaurín Peak!!!!

Una vez llamado al timbre de la puerta de los Pirineos, subiendo a Peña Oroel, seguimos hasta el final del pasillo a la izquierda. Ahí nos esperaba el Bisaurín 2.670 m.
En el desvío al refugio de Gabardito, el Bisaurín estiró el pescuezo para echarnos un ojo y nuestras miradas se encontraron en un examen de reconocimiento mutuo. Me pareció ver por un momento una mirada desafiante en él, aunque tal vez, sólo fuese que en ese momento no le apetecía demasiado recibir visitas. Cogí la mano de Maite y juntando nuestros dedos indices, redibujamos la pala de acceso a la cumbre. Cuando la punta de nuestro dedos llegó a la cumbre, Maite retiró el dedo, dió un respingo hacia atrás, como si de verdad se hubiese pinchado y dijo...¡jodo!


Pasamos la noche en el refugio de Gabardito, y cuando digo pasamos, lo digo literalmente, porque dormir, no dormimos demasiado. A pesar de los dos chupitos de pacharán (del bueno, bueno) que nos apretamos después de cenar, el "romanticismo" típico de los refugios de montaña, no dejó que hiciera el efecto deseado.
La aproximación hasta el collado del Foratón fue espectacular .

Nuestros cinco sentidos bailaban con entusiasmo alrededor, entre, por encima, por debajo de nosotras, se enredaban en el pelo haciendonos trenzas y nos hacían cosquillas en la nuca. Sensación única, abrir huella en la nieve mientras, todavía, medio sol asoma por el collado. Entran ganicas de llorar y es muy bueno tener una compañera de cordada que sienta lo mismo, pues esos abrazos plenos no tendrían ningún sentido en ningún otro lugar y con ninguna otra persona.
Llegadas al collado, ahí nos estaba esperando la cumbre de el Bisaurín, al final de la pala. ¡Menuda miradita nos echó! Se concoce que esperaba desde ayer y se le puso un carácter que para qué! Así que a medida que íbamos ascendiendo por su pala, más la inclinaba él y cuando ya estábamos, practicamente en la cima, nos enseñó los dientes y nos hizo...Buh! Se nos deshicieron las trenzas del susto y para abajo.
Ya tenemos la escusa para volver a hacerlo desde Lizara.
Aquí nos quedamos pensando en la próxima.